Las imágenes son fragmentos de la obra de arte del genial pintor Diego Rivera.
Las páginas de referencia son:
http://thenightoftheiguana.blogspot.com/2007/02/tierra-y-libertad.html
http://lapanamericana.blogspot.com/
http://www.fbuch.com/
Época precolonial:
Colonialismo y mestizaje:
Detalle del anterior. La representación máxima del mestizaje es el niño moreno de ojos azules:
Diego Rivera Barbarie nazi (1933). Nueva York, International Ladies Garment Workers Union |
Dos consejos para todo aquel que se acerque a esta ciudad y la quiera entender. Primero visitar el Palacio Nacional y leer, sí, leer con detalle la lección de historia que nos da Diego Rivera en su magnífico mural sobre este país, quinientos años de historia resumidos en una pared. Increible. El segundo, cogerse un turibus, seis horas de recorrido, 100 pesos, 10 dólares, 7 euros. Nada.
Diego Rivera, una lección de historia
Magnífica, ilustradora, conmovedora, dolorosa, desgarradora. Fácil y difícil. Para todos los públicos. Triste y aleccionadora. Políticamente incorrecta y transgesora. Neutral a la par que partidista. De absoluta obligación para el que quiera entender algo sobre el pasado y presente de México, de lo contrario permanecerá en el ostracismo.
Un mural para el recuerdo, imposible de olvidar. Si lo ves permanecerá por los tiempos en tu memoria, cualquier referencia que hagas en el futuro a este país pasará irremediablemente por el mural que pintó Rivera en el Palacio Nacional entre 1929 y 1935 bajo el título "Historia de la civilización mexicana" para todos lo mejicanos. Sin excepción. Para los indígenas, los mestizos y los blancos. Para todos. Y para los de fuera, para los que visitamos este país. El mural en si vale un visita a México, luego ya te puedes volver y habrás aprendido más que en todas las clases de historia que has recibido en la escuela y en el instituto juntos. Hice el recorrido dos veces, el primero solo, buscando las claves, los detalles, una mirada más reflexiva, intentando aglutinar, contrastar y poner en orden mis conocimientos con lo que allí veía reflejado. La segunda con guía porque evidentemente había aspectos que se me escapaban, demasiados: muchos símbolos, signos de una cultura, la prehispánica, que no llegaba a comprender; y también del periodo colonial, personajes y situaciones y, en fin, de su independencia y de su revolución o revoluciones, según se mire.
Está todo México, sus gentes, sus paisajes. El norte, el centro y el sur. El mar y el interior. El agua, el sol y la tierra. El desierto, el altiplano y la selva. Sus hombres y mujeres. La política, la Iglesia y el ejercito. Todas sus tribus, todos los pueblos que lo configuran. Todas sus riquezas, sus recursos, y también sus pobrezas y sus desgracias. Está el maíz, el petróleo, sus árboles, el cacao… El maguey, que tiene un capitulo en si mismo. Están reflejados todos los invasores, los españoles, sobretodo ellos, los gringos y los franceses –quizá falten los ingleses que los invadieron de otra forma más sutil, con guante blanco, sin armas, sin violencia, pero sí con dinero, corruptelas y manufacturas–.
Están sus miserias, sus luchas internas. La vida y la muerte. La oligarquía, la clase media, los pobres y los olvidados. Hay personajes gordos, demasiado opulentos, hay individuos delgados, demasiado hambrientos. Hay actitudes, miserables y loables, envidiables y repugnantes. Hay hombres marcados con un fajín de poder y otros marcados al hierro, como animales. No hay perdón con nadie, ni con los invasores ni con las propias clases dirigentes mejicanas que tantas veces han traicionado, vendido e insultado a sus conciudadanos. Todos culpables. Hay escritura, desde los jeroglíficos mayas hasta los nombres en inglés de las compañías americanas pasando por el español como lengua adoptada para entenderse entre todos. Hay signos que se transforman en lengua, la cruz gamada, la hoz y el martillo, la cruz de Cristo. ¿Qué más?. Mucho, seguro. Cada uno ha de ejercer ese trabajo de descubrirlo. Es un poema que no sé calificar, pero es un poema.
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